Por Delfina M. Chacón Corena
“Existe un alfabeto del silencio, pero no nos han enseñado a deletrearlo”,
Roberto Juarroz
Cuando en 1927 Louis Silver marcó el final de la era del cine silente al componer la banda sonora del primer talkie, “El cantante de jazz”, precisó un cambió en el rumbo de la historia; dejando atrás el silencio que caracterizó por muchos años al séptimo arte. Esto llevó a involucrar sonido en la experiencia visual de la pantalla grande. Tras este avance, el silencio pasó a ser temido por muchxs realizadorxs al momento de crear un filme, olvidando el sublime peso narrativo que este trae consigo. Sin embargo, el silencio como recurso narrativo juega un papel importante en la concepción de los relatos audiovisuales. Su buen empleo ha marcado el estilo de múltiples directorxs, dejándonos ejemplos magistrales sobre el rescate del silencio en una época en que el ruido constante es el común denominador.
Entre estxs directorxs, nos encontramos con los característicos silencios de la realizadora belga Chantal Akerman, quien a través del uso de este recurso invita a una mirada íntima, cruda y cercana de las historias que narra; ofreciendo una perspectiva ciertamente contemplativa. Akerman se aproxima al silencio desde un diseño sonoro inmersivo que acompaña y da sentido al espíritu metafórico e introspectivo que atraviesa su filmografía de inicio a fin. Asimismo, y como bien resume McBane (2016), su “imagen proyecta una sensación de observación poética”, ya que estructura tal danza con el silencio desde el montaje; permitiendo suficiente espacio para la contemplación de cada historia que tiene para contar.
En este orden de ideas, el lenguaje cinematográfico de esta cineasta va más allá de la ausencia de diálogos, se trata de un silencio apreciativo que expresa la crudeza de cada realidad que cuenta dentro de sus relatos, ya sea documental o ficción. Una mirada intimista de una extraña cotidianidad cercana; un silencio que trasciende a una imagen que grita mutismo, forzándonos a escuchar atentamente aquello que creemos no está.
No solo son talkies: el silencio como recurso
El diseño sonoro en el séptimo arte comprende tres tipos de sonidos para conformar la verosimilitud a la que se aspira en cada obra: voces, música y efectos de ruido o de silencio. Estos son moldeables según el sentimiento que se pretenda insinuar de pieza en pieza. No obstante, el silencio en el cine puede ser contemplado como un error o una carencia dentro del diseño sonoro; olvidando que este recurso suele ser igual de potente o incluso mucho más expresivo que una línea de monólogo o un diálogo extenso.
Para algunxs cineastas el silencio puede representar “tensión”, “indiferencia”, “agonía”, “perturbación”, “nostalgia”, “eternidad”, y aunque puede resultar como una buena táctica para provocar o inquietar a lxs espectadorxs, no solo se debe aludir a este para evocar sentimientos negativos; también puede aparecer a manera de invitación para adentrarnos en el relato, más allá de lo que se muestra explícito en una imágen o una palabra. Este es el silencio que encontramos en la obra de Chantal Akerman.
Palpando el tiempo en la sustracción de sonido
El arte del silencio manejado en la filmografía de Chantal Akerman es ciertamente inigualable. Ya sea con un leve sonido ambiente interpretado por ruido blanco, el clic de zapatos andando, el viento soplando o una mera respiración serena; la experiencia sonora que ofrece está inundada por constantes silencios. Este recurso alimenta la crudeza de una cotidianidad o múltiples cotidianidades planteadas en sus historias.
De igual manera, es preciso señalar que el universo sonoro de Akerman casi nunca suele estar conformado por música de fondo que acompañe el sonido ambiente, ya que según señala la misma, puede causar distracción. Como menciona Babette (2015), en su artículo “The Loudness of the World: Listening to What is Out There: Sound Strategies in Akerman’s Fiction and Documentary Films”, al contrario de agregar sonidos para decorar la banda sonora, Chantal Akerman, sustrae aquello que pueda alejarse de lo aparentemente “corriente” de la cotidianidad. Resultando en una diseño sonoro en el que se amplifica el sonido ambiente, descartando, mayormente, recursos sonoros extradiegéticos.
La planificación de planos como fiel acompañante del silencio
La cineasta refuerza y agudiza el silencio desde el empleo de los planos. Su uso de planos estáticos, a manera de ventana (o puerta) por la que se entra a palpar la acción de la/el personaje, mantienen una aparente quietud y calma que nos permite centrarnos en los movimientos y acciones. Aunque también podemos encontrarnos con movimientos de cámara, estos responden a tracking shots que acompañan estrechamente a aquella persona que se desplaza. Una de las características esenciales y afamadas de Akerman es la longitud de sus planos. Esta particularidad de la cineasta nos permite interiorizar cada detalle por más mínimo que sea. Este uso del tiempo en el que se puede sentir el pasar de cada segundo es significativo y natural de su estilo.
“Quiero que el espectador sienta... el tiempo utilizado en cada plano; hacer de esto una experiencia física en la que el tiempo se desarrolla en ti, en la que el tiempo de la película entra en ti.”, Chantal Akerman.
Todo este concentrado semiótico representado en el silencio, es un generador de sentido en las dinámicas que acuña Akerman en su cine. No se trata de contar con silencios por estética, sino con el propósito último de transmitir todo un diálogo, aparentemente insonoro, con lxs espectadorxs. Es el subtexto detrás de las acciones, de los sonidos, de los gestos, se trata de adentrarse más allá de lo obvio en una diégesis que grita significados. En este orden de ideas, el tiempo que ocupan dichos silencios es igual de importante, manteniendo una narración inmersiva imposible de ignorar.
A continuación comentaremos sobre cuatro filmes que ejemplifican el uso del silencio como estructura y personaje presente en los relatos de Chantal Akerman, sabiendo que es una pequeña selección dentro de la extensa filmografía de la cineasta, que indiscutiblemente está hilada y estructurada por dicho recurso.
La crudeza de la cotidianidad en Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975) - Ficción
“Hice esta película para darle a todas estas acciones que son típicamente devaluadas, una vida en el cine.”, entrevista a Chantal Akerman.
La rutina puede evocar paz y silencio, así como caos y locura. En esta obra, realizada en un 80% por mujeres, Akerman nos invita a adentrarnos en tres días de la cotidianidad doméstica de una mujer viuda que se prostituye por las tardes. Es cierto que existe una constante en la obra de la cineasta y es el continuo llamamiento a acompañar desde dentro el relato, observar aquello que ocurre; pero introduciéndonos de manera inconsciente en la habitación en la que se desenvuelve la personaje.
Durante 3 horas y 21 minutos, acompañamos a Jeanne en su rutina de los quehaceres del hogar. La observamos pelando una patata, preparando un café, amasando un pastel de carne, lavando la vajilla, poniendo una mesa… en planos extensos, viviendo junto a ella cada respiro que da y cada acción compulsiva que realiza, en su intento por lidiar con la ansiedad del día a día. Son pocos los diálogos, monólogos o música base que aparecen, por lo que nos encontramos junto a un silencio pocas veces aturdido, que nos absorbe dentro de la historia. Ciertamente, una obra maestra del cine contemplativo.
Las letras lejanas de News from Home (1977) - Documental
“Lo siento si divago, lo que importa es que seas feliz.”
En News from Home, Akerman lee las cartas que le envía su madre desde Bélgica, mientras ella explora las calles de Nueva York. Es un ejercicio contemplativo desde la mirada de una outsider que ingresa en su nueva cotidianidad, yuxtapuesto a su antigua cotidianidad. A pesar de que a lo largo del filme escuchamos una voz en off que acompaña las imágenes de la gran manzana de los 70s, el silencio es prevalente. La madre de Chantal escoge palabras y las agrupa en oraciones aparentemente cortas, dejando por fuera mucho de lo que quisiera transmitir a su hija, con quien mantenía una relación bastante estrecha. Akerman no responde a estas cartas con palabras, en cambio ofrece una respuesta desde la nueva ciudad que habita. La ciudad responde aquellas cartas. El sonido sordo del subway, el caminar de lxs transeúntes, las bocinas de los coches, y demás notas cotidianas de una metrópolis que ejemplifica lo áspero del día a día, que se disuelve en la presencia de ruido blanco.
El andar mudo de Les rendez-vous d’Anna (1978) - Ficción
“¿Qué hay más bonito que la música, que la voz de una mujer? ¿De dónde viene la voz de una mujer? ¿Cantarías para mí?”.
En su obra Les rendez-vous d’Anna, se aprecia una escena de un reencuentro entre dos mujeres (Anna y su madre) en una estación de tren, un lugar comúnmente ruidoso, que en este caso pone la lupa sonora en los detalles que conducen a dicho encuentro. Ese silencio en el que solo se percibe ruido blanco y el suave golpeteo de los tacones de las personajes, es un diálogo tan fuerte y claro como aquel silente que estas dos sostienen por casi un minuto. Esta pieza gira en torno al “encuentro”, usualmente acompañada por monólogos seguidos de extensos silencios, con la presencia de elementos cotidianos que nos recuerdan cuán común y cercano a nosotrxs puede ser el espacio en el que se desenvuelven las acciones.
El peso del pasado en No Home Movie (2015) - Documental
“Estoy filmando a todos, mamá. Por supuesto, a ti especialmente, más que otros.”
En su última película No Home Movie, Akerman relata los meses previos a la muerte de su madre, siendo esta una especie de loveletter sobre la melancolía. Un constante silencio envuelve el ambiente de la casa donde Natalia (la madre de Chantal) vive sus últimos suspiros. A lo largo de una hora y 55 minutos, observamos la rutina, de cierta manera similar a la de Jeanne Dielman, convirtiéndonos en acompañantes constantes de sus pensamientos. El tenue sonido ambiente nos invita, literalmente, a entrar en su hogar y palpar aquella intimidad que comprende el espacio en el que habita. El silencio que ocupa Natalia, una mujer sobreviviente de los campos de Auschwitz, sobre su pasado, transmuta en cada coma y punto que Akerman plantea en sus historias. Esta pieza marcó el final del sublime silencio cinematográfico de la extraordinaria cineasta.
Chantal Akerman construyó un lenguaje único basado en el silencio. Ya sea que fuera consciente o inconscientemente, resulta interesante observar cómo dicho recurso, que en sus filmes funciona como estructura guía y personaje principal, proviene de una especie de carencia de palabras esbozadas por su madre frente a su pasado; dejándole a Chantal solo el camino de leer en el semblante, las acciones y el simple ser y estar de su madre, aquellas historias que nunca escuchó en palabras, sino en silencios. Transfigurando dicha manera de comunicación en un diseño sonoro aparentemente carente, que realmente cuenta con todo un bagaje de significaciones que lo tornan en un silencio narrativo, maravillosamente rico desde la semiótica. Poner atención y escuchar cuidadosamente aquello que el silencio tiene por decir.
Ponte en contacto con la autora: delfinachacon93@gmail.com
BIBLIOGRAFÍA
McBane, B. (2016). Walking, Talking, Singing, Exploding… and Silence: Chantal Akerman’s Soundtracks. Film Quarterly Fall 2016, Volume 70, Number 1.
Mangolte, B. (2015). The Loudness of the World: Listening to What is Out There: Sound Strategies in Akerman’s Fiction and Documentary Films. Chantal Akerman: La Passion de L’Intime / An Intimate Passion. Issue 77.
Cardullo, B. (2002). The Space of Time, the Sound of Silence. The Hudson Review, 55(3), 473-480.
Hughes, E. (2017). Film Sound, Music and the Art of Silence. In Silence, Music, Silent Music (pp. 87-95). Routledge.
Kulezic-Wilson, D. (2009). The Music of Film Silence. Music and the Moving Image, 2(3), 1-10.
Mills, I. (1975). Sound and silence in film. Metro Magazine: Media & Education Magazine, (34), 26-28.
Connelly, C. (2021). Chantal Akerman: The director who truly treasured time. The New European. www.theneweuropean.co.uk/chantal-akerman-european-lives-charlie-connelly/
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